Texto y fotografías: Iza Swiecicka
Miguel Ángel Garri (Alicante, 1968), trabaja en una empresa de telecomunicaciones, que compagina con su gran pasión: los vinos. Su aventura con la sumillería proviene de su afición por el mundo vinícola. Es sumiller internacional y tiene un Máster de Viticultura y Enología. En su tiempo libre se dedica a hacer catas e impartir cursos en centros de formación de cata y hostelería, en vinotecas y en tiendas especializadas. Incluso tiene tiempo para transmitir sus sensaciones sobre el vino en su blog Los Vinos de Babel. Cuando consideró que estaba preparado inició su andadura por los concursos. Entre sus galardones destacan el concurso de Catadores Ciudad de Requena en 2009, el subcampeonato del concurso de Sumilleres de la Comunidad Valenciana en 2011 y, al año siguiente, ser La Nariz de Oro de la Comunidad Valenciana y Murcia. Acaba de ganar el concurso al mejor Sumiller de la Comunidad Valenciana 2013.
P: ¿Por qué decidió participar en los concursos?
R: Fundamentalmente, para obligarme a realizar una formación continua, aprendiendo cosas nuevas día a día. Conforme uno profundiza en el mundo de los vinos, se da cuenta de lo poco que sabe. En ese sentido, los concursos ayudan a estar al día. Pero también, aparte de ser una buena oportunidad para conocer gente con tus mismas inquietudes, me gusta la adrenalina de la competición.
P: Pero estos concursos no son fáciles. En La Nariz de Oro se cata un vino sin conocerlo, sin verlo, sin probarlo, solo por su olor.
R: En este caso se trata de una cata olfativa con una copa negra. Para mí, es uno más de todos los tipos de concursos que hay. Por ejemplo, el concurso de Sumilleres, el último que he ganado, es para mí el más completo. Consiste en diferentes pruebas de extrema dificultad, tanto teóricas como prácticas, que denotan mayor mérito profesional.
P: El enólogo Fernando Coca, durante una cata de presentación de los vinos de la bodega Sierra de Cabreras, afirmó que las personas criadas en el campo son más sensibles en una cata olfativa. ¿Qué más influye según usted a la hora de percibir los aromas?
P: El cerebro dedica un 80 por ciento de su trabajo al sentido de la vista, y el resto lo reparte entre los demás. Los malos olores de las ciudades hacen que el olfato esté casi abandonado, y son los que complican recordar los aromas. Por el contrario, el campo tiene aromas frutales y florales, que aportan mayor capacidad de retención. De todos modos, entrenar la memoria olfativa es fundamental. Por eso me dedico a olerlo todo. Es un poco obsesivo, pero es mi forma de atender conscientemente a mi olfato.
P: Entonces, entrena el olfato día a día.
R: La verdad es que cuando bebo vino lo primero que hago es olerlo. Pero también testeo cualquier comida, buscando sus aromas y sabores.
P: Yo soy una catadora pésima.
R: Todo es cuestión de entrenamiento. Evidentemente hay gente superdotada, pero cualquier persona tiene capacidad de progresión en los diferentes aspectos de la vida. Por ejemplo, la prueba de cien metros lisos que corres en 12 segundos, si entrenas, puedes mejorar tu crono. Tal vez no llegues al nivel de Usain Bolt, pero tienes un margen de recorrido. No puedes decir: “Yo tengo una memoria olfativa nefasta”. No. Es cuestión de entrenar y aunque puedas precisar de alguien para que te guíe, seguro que después continuas avanzando.
P: Entonces, no tengo excusa.
R: Ninguna. Los vinos están hechos de uva. Y, olfativamente, tienen que tener el recuerdo de los aromas de donde vienen. Simplificando diría que de fruta o flores rojas en los vinos tintos o de blancas, en los vinos blancos. A parte, si tiene hay que tratar de detectar el aporte tostado y/o especiado de la madera en los vinos con crianza.
P: Si el aroma del vino le recuerda el sitio del que procede, entonces ¿cómo es para usted Alicante?
Los vinos de la provincia tienen marcado el carácter del sol mediterráneo. Tienen aromas muy confitados, a mermelada y a fruta, con bastante madurez. Es el dominio de la Monastrell. Por su aroma se puede averiguar si provienen de climas calientes o fríos.
P: Acaban de publicarse la guía Peñin y la Parker. ¿Qué opina sobre este tipo de manuales?
R: En el mundo de las catas, hay una parte objetiva que se refleja en los parámetros que valoran, imparcialmente, al vino. Pero hay otra, la subjetiva que se debe evitar al máximo. En este sentido, las guías no son biblias. El que un vino obtenga una alta puntuación, no significa que te vaya a gustar. Sirven como referencia para explorar partiendo de una base, pero sin olvidar que el gusto personal aporta mucho al valor del vino. Y esta realidad es binaria: Me gusta o no.
P: ¿Y su top 5 de la provincia de Alicante?
R: Es complicado porque tenemos muchos. En cuanto a los vinos tintos, el Santa Rosa de Enrique Mendoza es un vino con mucha elegancia, más parecido a los vinos de Burdeos que a los del Mediterráneo. A parte lo elabora una bodega moderna e innovadora que ha dado un gran impulso a la Denominación de Origen. Otro vino que me gusta mucho de la misma bodega, es Estrecho. Un cien por cien Monastrell, totalmente contrario al estilo del anterior, pero consiguiendo en las últimas añadas, una boca que tiene mucha frescura. También está Carabibas de la bodega de Fernando Coca. Un vino excelente, de corte espectacular, mezcla de modernidad, frutalidad, y frescura, que combina variedades foráneas como Cabernet Sauvignon y Merlot con un toque de Monastrell. Sin duda, un referente. Luego está Curro, un gran vino de Monastrell, potente, carnoso y maduro que elabora Bernabé Navarro, otro de los grandes innovadores con toda la gama de Beryna, Casa Balaguer y sus viñedos culturales, los cuales son una apuesta espectacular. Y, finalmente, con un estilo muy mediterráneo me quedo con El Sequé, un clásico dentro de la Monastrell, hecho por un gran elaborador riojano, que le ha dado un toque especial. Si me he dejado alguno que me perdonen.
P: ¿Y qué pasa con vinos blancos?
R: Alicante es una tierra complicada para los vinos blancos por su clima y su altura. Es cierto que hay zonas con buena altura como el Alto Vinalopó o Villena que hacen vinos frescos. Tampoco nos debemos olvidar de los blancos dulces de la Marina Alta. Además, se está potenciando mucho la moscatel, con vinos muy aromáticos, de consumo rápido. Tienen mucho camino que recorrer, sobre todo, para salvar el hándicap del clima.
P: ¿Qué opinión le merece el Fondillón?
R: Soy un loco enamorado. Es un vino dulce rancio, único en el mundo y realizado con nuestra Monastrell. Al igual que el Vino de Jerez tiene su público, pero ambos son de extremos. Y aunque la gente pueda odiarlo o amarlo, hay que pensar que era un vino de reyes y el más caro del mundo en su época, por algo sería. Afortunadamente, ha resurgido de sus cenizas, gracias al esfuerzo de las bodegas que quieren mantener su tradición, y a la ayuda de la Denominación de Origen para potenciarlo. Sin embargo, es difícil introducir el Fondillón al gran público porque requiere conocimientos avanzados.
P: ¿Con qué placeres relaciona usted el vino?
R: Fundamentalmente con la buena compañía y la amistad para pasar una sobremesa agradable, de tertulia.
P: Juan Ferrer, propietario de la tienda Enópata de Valencia, me contó que su relación con los vinos comenzó por casualidad en la visita a la casa de un amigo adinerado, ¿de qué manera entró usted en contacto con este mundo?
R: Era primavera y me invitaron a una cata en Heretat de Cesilia. Era aficionado a los vinos, pero nunca había catado. El hecho de que explicaran los porqués de lo que sentíamos fue una experiencia que me motivó. Un punto de inflexión, a partir del cual comencé a crecer. Y fue un vino y una bodega de Alicante, los que lo consiguieron.
P: La profesión de sumiller es muy variada. ¿A parte de los vinos que más le gusta catar?
R: He catado de todo: aceites, tés, cafés, destilados, e incluso aguas. El mundo de los destilados me atrae bastante porque los whiskys dan mucho juego y las ginebras, últimamente, se infusionan con distintos tipos de botánicos; antes eran más neutras y no tenían una paleta aromática importante. Ahora las ginebras son un mundo por explorar. Para catar lo más importante es coger técnica y saber que buscar en cada producto. Aunque sinceramente, lo que más me gusta es catar vinos, ya que es lo más versátil.
P: Desde hace unos años lleva un blog llamado Los Vinos de Babel donde comparte sus opiniones y experiencias con el vino. ¿A qué se debe ese nombre?
R: Hay muchas maneras de interpretar las percepciones dentro del mundo del vino. Hay diferentes culturas, diferentes zonas e incluso distintos idiomas vinícolas. Esa diversidad y pluralidad, dentro de la opinión y el gusto personal de cada uno me llevo a considerar la metáfora de la torre de Babel para el nombre del blog.
R: Me gusta jugar a padel y viajar. Intento visitar lugares donde hay una bodega, en plan enoturista. En la provincia de Alicante hay potencial para explotar en este sentido, como se hace en Rioja o en Burdeos. De hecho, se ha firmado un convenio con la Diputación para potenciar las rutas del vino. Así, encontramos bodegas bien posicionadas en el tema del enoturismo como Heretat de Cesilia, El Sequé o Salvador Poveda con su fondillón, sin olvidar algo tan artesanal como las bodegas Faelo de Jaime Soto.
P: ¿Cuál es el siguiente reto que se plantea?
R: Siempre cuando me presentó a los concursos, pienso que será el último. Pero aún sigo concursando. Al ser el campeón de la Comunidad Valenciana, tengo la posibilidad de ir al campeonato nacional que se será a principios del próximo año en Madrid. Es sin duda mi próximo reto. Además, como casi todos los años me presentaré al Nariz de Oro a ver si me llevo esa copa, por narices.
La Bodega Alicantina 
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